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VENTADES, AIGUATS, PEDREGADES I NEU (SEGLE XIX)

Martí Rom

www.martirom.cat

16-04-2020

Primer, haurem d’avisar que no pretenc fer una relació exhaustiva d’aquestes inclemències del temps a Mont-roig durant el segle XIX. Tan sols citar aquells casos que he anat trobant de la recerca en diaris antics.

Cal precisar que dues importants fonts d’informació, com són el “Diario de Tarragona” i el “Diario de Reus” van néixer el 1853 i el 1858, respectivament.

La primera citació l’he trobat en el llibre “Memòria del setge i ocupació de Tarragona” de Manuel Maria Fuentes i Gasó, Joan Maria Quijada Bosch i Neus Sánchez Pié (Rafael Dalmau Editor, 2012)[1], tot comentant unes novenes que es varen fer, durant la Guerra del Francès (1808-1814), a la Mare de Déu de la Roca, i esmentant unes pedregades que hi hagué en els pobles veïns, diu: “Solamén dins del any 1809 apedregà tres vegades dins del terme de Vilanova de Escornalbou contiguo al de Mont-roig cargué pedra fins a la talla del nostre las dos vegades, però no dins. Altre cop apredegà en alguns termes vehins y no rebé lo nostre, però lo dia 10 de abril del any 1810, que també tocà, no féu mal a las viñas, que moltes de elles encara no brotavan. Rebé un poch lo any 1815, prop del mar com fou al temps de posar-se a cremar fou poquíssim lo dany que causà…” (pàg. 369).

He trobat una altra referència, d’uns vint anys després, en el llibre “Josep Savall Ferrando i una història de Mont-roig” de Glòria Savall Solé i Josep Maria Savall Solé (Centre d’Estudis Mont-rogencs, 2009), a la pàg. 87: “En l’any 1829 va fe un fret tan gran que va matà las garrofes y las ramas dels arbres…”.

Vint anys després, en el diari “El Clamor Público”, de Madrid, del 30 de setembre de 1848, podem llegir: “El cielo está en revolución como la tierra; los meses de setiembre y octubre son los meses de tempestades, y todos los años suceden desgracias. En Monroig han caído en un dia tres rayos; uno de ellos incendió la casa de un infeliz que después de haber pasado algunos años desgraciados, en este había tenido una cosecha abundante, pero el fuego consumió toda la paja y grano que tenia recojido, y a no ser por la actividad de los vecinos que atajó el fuego, con el fuerte viento que soplaba, hubiera quedado reducido a cenizas toda una calle. Otro rayo mató dos mulas que tiraban de un carro”. 

En el llibre “Memoria sobre las causes meteorológico-físicas que producen las constantes sequias de Murcia y Almería, señalando los medios de atenuar sus efectos” de Manuel Rico Sinobias (Madrid, 1851), s’hi explica que, a inicis de la tardor de 1849, hi va haver tempestes generals a Espanya. Entre d’altres cita que “cayó un fuerte y horroroso pedrisco en Tarragona, causando la destrucción de las cosechas por una zona de doce leguas de largo y una de ancho, estendiéndose desde Montroig hasta Vendrell…”.

Aquesta informació la tenim ampliada en el diari “El Clamor Público”, del 12 de setembre de 1849: “Estos últimos días ha caído un fuerte pedrisco que cogiendo una zona de 12 leguas de longitud, ha destruido las cosechas de vino, aceite y parte de avichuelas de todo el territorio por donde ha pasado. Principió el temporal sobre el pueblo de Montroig… y fue a terminar en el Vendrell… Nada mas faltaba a estos pueblos, que no pueden sobrellevar la escesiva carga de las contribuciones; en particular cuando el señor intendente no está dotado de una sensibilidad escesiva, sigue impávido en la carrera de los apremios y de las ejecuciones, sin curarse de las calamidades que no alcanzan a su hacienda…”.     

Ara haurem d’avançar uns quaranta anys. El “Diario de Tarragona”, del 28 de febrer de 1888, deia que “el intenso frio que se dejó sentir la mañana del domingo presagiaba la copiosa nevada que a las dos de la tarde principió a caer en Reus y muchas de sus comarcas circunvecinas, particularmente hacia Riudoms, Montroig y otras. Hacia las seis de la tarde las nubes estendieron la nieve, aunque en poca cantidad, sobre el término de Tarragona…”. 

Dos anys després, “El pabellón liberal. Diario político de avisos y noticias”, de Tarragona, del 26 de setembre de 1890, comentava: “refiriéndose a la tormenta que durante los días últimos descargo en Reus, un periódico de esa localidad dice que en Riudoms, Montbrió, Maspujols, Montroig y otros, descargó la tormenta con tanta o mayor fuerza que en dicha ciudad. En Montroig las aguas de la riera de Olivareras, que pasa por las inmediaciones de aquella villa se desbordaron, arrastrando un carro cargado de portaderas y dos bocoyes. Ambos animales murieron ahogados, salvándose milagrosamente los carreteros”.  

Aquesta “riera de Olivareras” és el barranc del Ratolí. Ferran Jové i Hortoneda en el seu llibre “Estudi onomàstic de la vila i terme de Mont-roig del Camp” (Ajuntament de Mont-roig del Camp, 1999), a la pàg. 364, ens diu que aquell barranc antigament es coneixia com de l’Olivera.

Era final de setembre, es deuria estar fent la verema i s’esmenta que va arrossegar “un carro cargado de portaderas y dos bocoyes.

De l’any següent, 1891, tenim la citació del llibre esmentat anteriorment “Josep Savall Ferrando i una història”: “Un altre fret també el 1891 que jo mol be recordo, que fou del 16 al 18 de gener, que vulgarment en diem el fret de Sn. Antoni, doncs el termòmetre baixà a 9 graus baix cero. No quedà ni una garrofa ni una rama pera morí. Els arbres grossos al any sigüent tornarem a brotà, però els arbres joves els tingueren que tallà entre dugues terres y tragueren estanys nous” (pàg. 87).

Sis anys més tard, trobem que el “Diario de Comercio. Órgano del partido Liberal Dinástico, de Tarragona, del 6 de febrer de 1897, publicava: “Las noticias que se reciben de varios pueblos de este partido referentes al viento huracanado de estos últimos días, son desconsoladoras, pues grandes han sido los estragos causados por el vendaval. En el término de Montroig se calcula pasan de tres mil los árboles que han sufrido los violentos efectos del temporal”.

El dia abans tenim al “El Diluvio. Diario político de avisos y noticias, de Barcelona, del dia anterior, del 5 de febrer de 1897. Curiós nom de diari i perfecte per aquesta crònica: “El Diluvio”. Hi afegia “Entre los pueblos de la provincia de Tarragona más perjudicados por el huracán del domingo último, figura el de Montroig. En el término municipal de este pueblo han sido tan grandes los estragos causados, que solamente puedo formarse idea da ellos sabiéndose que se calculan en unos cuatro mil árboles tronchados o arrancados de cuajo por el furioso vendaval”.

Finalment, anirem enrere fins al 1874. Haurem d’explicar el famós “aiguat de Santa Tecla”. Aquest va succeir la nit del 22 al 23 de setembre (festa de Santa Tecla). Va afectar, principalment, el Camp de Tarragona, Priorat, Conca de Barberà i les Garrigues. Va ocasionar uns 570 morts i l’enderroc de més de 700 cases.

El “Diario de Tarragona”, del 24 de setembre, començava una llarga crònica dient: “En la madrugada de ayer descargó en esta ciudad y su término una terrible tempestad que ha dejado consternado á todo el vecindario. Al retirarnos anteanoche de la redacción soplaba un fuerte viento de levante y un incesante relampagueo tenia constantemente iluminado el horizonte, cerrado por densas y negras nubes que presagiaban la tormenta. Sería la una de la madrugada cuando se dejó sentir la voz del trueno seguida inmediatamente de una lluvia torrencial que no cesó hasta las seis, es decir, cinco horas de continuo aguacero que, con su rugido, el de los truenos y el del fuerte viento impidió oír las voces de algunos vecinos de las casas próximas á la puerta de Francolí que corrían por las calles inmediatas pidiendo auxilio. Tampoco se oía el pito de los serenos, hasta que viendo estos que eran inútiles sus esfuerzos, tomaron la determinación de disparar tiros al aire, con cuyas detonaciones se consiguió llamar la atención de muchas personas, las que, arrostrando gran peligro, acudieron presurosamente á prestar el socorro que se pedía. Sucedía esto á las dos y media de la madrugada, hora en que el rio Francolí presentaba un desgarrador é imponente aspecto: había sufrido una crecida sin igual en lo que va de siglo… la luz del relámpago iluminaba un inmenso lago, sobresaliendo en él las copas de los árboles y los tejados de las casas, y arrastrados por la corriente infinidad de objetos, árboles, frutos, animales y aperos de labranza… En dicha hora las aguas habían arrastrado el antiguo puente de madera y entrelazándose este con el del ferrocarril de Lérida, acabó por arrancarlo, sufriendo después igual suerte el de la vía de Valencia. Los tres puentes, de hierro los dos últimos, se hallan destrozados en la embocadura del rio… Hasta las cinco y media de la madrugada no principió el descenso y en dicha hora, las aguas, encontrando dique en el terraplén del trozo de vía férrea comprendido entre el Lazareto y el cauce del rio, impelieron con tal fuerza la puerta de Francolí, que la abrieron de par en par é inundaron los almacenes próximos, la plaza del Vapor y calles y huertos inmediatos…”.

Després, continuava explicant que estava inundat tot el barri de pescadors, que s’havien de rescatar les persones amb barca i que els terrenys, des de Riuclar fins la ciutat, estaven totalment inundats. Que “el mar en una gran extensión cubierto de objetos… A última hora se habían encontrado tres cadáveres, los de una mujer, de un niño y de una niña, además una pierna de persona, no siendo ninguno de ellos de esta ciudad…”.

A l’endemà, el 25 de setembre, explicava que la correspondència entre Tarragona i Barcelona es feia per mar, i que el vaixell que ho feia, Victoria, no va poder lliurar-la a Barcelona, doncs també estaven amb problemes, que havien trobat cinc morts més a Tarragona i cinc més a la platja de Vila-seca, que una màquina de tren havia sortir de Reus i sols va poder arribar al barranc de La Canonja.

Succeïa tot això mentre s’estava en plena Tercera Guerra Carlina (1872-1876). A continuació d’aquests efectes de l’enorme tempesta, podem llegir que “parece que los carlistas exigen ocho duros por cada pipa de aceite que los labradores pasen de una parte a otra del Ebro”. O “En Lérida se tomaron hace algunos días precauciones al saberse que fuerzas carlistas habían pasado el Ebro dirigiéndose hacia Fulleda”.

El 26 de setembre, detallava les conseqüències als pobles del Baix Camp: “Las pérdidas experimentadas en Riudoms y su término son incalculables. Pocas veces la riera de Maspujols se presentó más imponente, arrastrando su corriente un nogal que mide lo menos diez y ocho palmos de circunferenciaNo ha sido la villa de Cambrils en donde se la dejado sentir menos los efectos del aguacero. Los puentes del ferrocarril de Valencia y de la riera de Riudoms en la carretera de Madrid han sido arrastrados completamente hacia el marDesde Hospitalet hasta Vilafortuny se han encontrado diez y siete cadáveres arrojados por el mar… Dícese que en las playas situadas entre Salou y Cambrils se han recogido más de cuarenta cadáveres arrojados por el mar…”.

Al “Diario de Reus”, de l’1 d’octubre, hi trobem el nostre poble: “Personas llegadas de Montroig, dicen que el aguacero de 23 de septiembre invadió la población baja, en razón de estar cerrado el portal[2], llevándose todo el vino y aceite depositado en los lagares; derribó dos casas, dejando cuarteadas a tres; cogió una zona de tres cuartos de hora de extensión y arrancó todos los árboles y cuanto (h)alló al paso. Unierónse las tres rieras inmediatas a la población y aparecieron derribadas todas las paredes de las huertas. Un puente y el magnífico terraplén del “Estany Salat”, han desaparecido por completo y puede darse por perdida la cosecha de vino y de avellana al mar, han ido a parar más de 300 cuarteras de este último fruto. En la masía del Sr. Romeu el agua subió un metro sobre los avellanos”. 

La “masía del Sr. Romeu” és el mas d’en Romeu. Hi havia avellaners. Gaietà Romeu Benaprés, entre d’altres, fou alcalde de Mont-roig del 1886 al 1891. També va ser qui el 1886 fa la petició d’un títol nobiliari per a Antonio Ferratges Mesa, fill del mont-rogenc “americano” Ferran Ferratges Ballester; seria el de marquès de Mont-roig[3].

Finalment, per allò que les cireres unes porten a d’altres, he recordat una notícia d’uns dotze anys enrere que parla d’avellanes al mar. És del diari “El contemporáneo”, de Madrid, del 24 de setembre de 1862: “Varios habitantes de la costa de Cambrils han hecho su agosto con la pesca de frutas arrastradas al mar por las avenidas y recios chubascos de estos días pasados. En Riudoms se asegura haber un propietario que de las avellanas que le han dejado las corrientes en su propiedad, las que ha cuidado muy bien de recoger como beneficio de aluvión, le daban por ellas nada menos que doscientos duros. Con que cada año aconteciera lo mismo, aquel terreno adquiría un sobreprecio por esta clase de cosecha especial y como llovida del cielo”.

Deuria ser bonic veure una munió d’avellanes surant a la mar. Escampades pel batent, deixant-se anar cap a l’arena de la platja on, finalment, deurien dibuixar una mena de constel·lacions.


[1] A la pàg. 368, s’hi reprodueix el tex “De lo ocorregut des del dia 24 de juny del any 1808, en què se baixà a la parròquia la santa imatge de la Roca per motiu de guerra, fins que se tornà de gràcies a sa hermita en lo any 1816”, del Fons parroquial de Sant Miquel, arcàngel, de Mont-roig del Camp. “Àlbum Marià a honor i glòria de Nostra Senyora de la Roca”, núm. 166, capsa 21, pàgines 52-67.

[2] El portal del carrer Major.

[3] Vegeu el text “El marquès de Mont-roig: a la recerca d’una ombra” del llibre “Mont-roig: esberles d’un mosaic esbocinat” de Martí Rom (Arola Editors, 2019), pag. 55.

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