Martí Rom
17-04-2015
(Text del catàleg de l’exposició de l’Instituto Cervantes de París, abril i maig 2015)
Jacint Salvadó Aragonés nace en Mont-roig del Camp el 17 de octubre de 1892. Es un pueblo importante, en 1900 tiene 2.669 habitantes; su principal cultivo es la viña. Está a 18 quilómetros de Reus, en aquel entonces la segunda población en habitantes de Cataluña. Reus es la ciudad de Prim, Fortuny i Gaudí. Era una de las tres lonjas europeas donde se negociaba el precio del aguardiente (“Reus, París, Londres”).
“A los once años sufrí una enfermedad que me duró prácticamente un año. Era el paludismo…”. Hasta 1909, los terrenos de Mont-roig que daban al mar se utilizaban como arrozales; había unas fiebres periódicas que ocasionaban bastantes defunciones. También Joan Miró (con 18 años) unas fiebres le llevaron a Mont-roig (1911) o Picasso una escarlatina lo llevó a Horta de Sant Joan (con 17 años) al pueblo de su amigo Manuel Pallarés (1898). Horta está a unos 80 quilómetros de Mont-roig, ambos en la provincia de Tarragona.
Jacint Salvadó con quince años (1907) fue a vivir a Barcelona, a casa de su tío, para estudiar Bellas Artes. Estuvo dos años en la escuela de la “Llotja” (1907 a 1909) donde debió coincidir con Miró. La “Semana Trágica” de Barcelona (julio del 1909) lo lleva, a finales de este año, a marchar a París; estará unos cuatro meses. A partir de entonces vive entre Mont-roig y Barcelona, viaja a Madrid (para visitar el Museo del Prado), a Marsella (el 1913) desde donde pretendía ir a París pero le retiene el inicio de la Primera Guerra Mundial. Finalmente irá a París, para quedarse, en junio de 1919.
Mientras Joan Miró llega a Mont-roig por primera vez el 1911 huyendo, además de unas fiebres, de la angustiosa vida de administrativo en Barcelona y de su padre. Hasta su primer viaje a París, finales de febrero de 1920, vive muchos meses del año en Mont-roig. Miró inaugurará su primera exposición en París el 29 de abril de 1921, en la Galerie La Licorne. Me contaba la señora Conxita, la hermana de Jacint Salvadó, que este fue, como tantos otros artistas españoles que estaban en París, a ver la exposición y tuvo la agradable sorpresa de encontrar el cuadro “Mont-roig. Sant Ramon” (1916). Era un paisaje totalmente identificativo de su pueblo. Así se conocieron.
Salvadó y Miró, al llegar a París, fueron a la famosa academia de dibujo La Grande Chaumière (su propietario era el catalán Claudi Castelucho Diana. Barcelona, 1870 – París, 1927). Salvadó, a partir de 1919 (“Estuve un par de años dando clases de dibujo…”). Miró cuando llega el 1920. A Miró le sirve para reponerse de una especie de síndrome de Sthendal; dirá en un libro entrevista de Georges Raillard: “Tuve parálisis en las manos. No podía aguantar un lápiz con los dedos. No era una parálisis física; era intelectual…”.
Miró a los pocos días de llegar a París, como hacían muchos artistas españoles, va a ver a Picasso. Pero este caso es peculiar. Las madres de Jaume Sabartés, gran amigo de Picasso, y de Miró eran primas hermanas (Magdalena Gual Oromí y Dolors Ferrà Oromí). Sabemos que el joven Miró iba con frecuencia a visitar a su tía Magdalena; allí admiraba un retrato que Picasso le había hecho a Sabartés. Además, las madres de Picasso, Sabartés y Miró se reunían frecuentemente a merendar. Cuenta Miró que antes de marchar a París (la primera vez y luego cada vez que volvía) preguntaba a la madre de Picasso si le quería mandar alguna cosa. En su primer viaje le llevó un pastel que ella misma había hecho.
En 1920 Picasso tenía 42 años i Miró 27, se llevaban quince años. Miró visitará frecuentemente a Picasso. Explicará que este tenía un gran interés por las obras que realizaba. Aquella exposición en la Galerie La Licorne (1921), organizada por el famoso galerista barcelonés Josep Dalmau, fue un fracaso. Este regaló a Picasso el cuadro “Autoretrat (1919)”, pues había comentado que le gustaba mucho. El resto de cuadros pasaron al marchante Pierre Loeb; es entonces cuando Picasso compra “Retrat de ballarina espanyola” (1921) de Miró.
Josep Dalmau era el propietario de las “Galeries Dalmau” de Barcelona; del 1911 al 1923 realizó una gran labor promocionando el arte de vanguardia. Picasso expuso el 1912, Miró el 1918 y Jacint Salvadó el 1921 (del 15 al 31 de octubre).
A inicios de 1922 Salvadó conoce a André Derain (ya era un reconocido artista) en un baile de disfraces de París (Bal Bullier); Salvadó iba vestido de arlequín. Y Derain le propone que le haga de modelo de unos cuadros con arlequines. Juntos pasan las vacaciones de ese año en Lecques, cerca de Marsella. El verano de 1923 irán a Toulon.
Georges Braque amigo de Derain y Picasso, le comenta a este último que aquel tiene como modelo para unos arlequines a un joven pintor español (Salvadó tenía 30 años). Picasso le mandará una carta a Salvadó pidiéndole si puede ir a su estudio. Allí le pide que le haga de modelo (también) vestido de arlequín, y Salvadó le comenta que aquel vestido era alquilado. Olga Khokhlova, la mujer de Picasso le recuerda que ellos tenían uno que era de Jean Cocteau. Derain pintó cuatro arlequines y Picasso cinco (1923).
Picasso debería saber que Salvadó era de Mont-roig (Tarragona) y probablemente comentaría sus temporadas en Horta de Sant Joan (Tarragona), el 1898 y el 1909. Además sabemos que Picasso recibió una carta de Miró el 27 de junio de 1929, desde Mont-roig (“Acabo de llegar al campo y dispuesto a empezar a trabajar fieramente…”).
La relación entre Picasso y Salvadó debió continuar. En el libro “Retrato de Picasso” de Roberto Otero, cuando este le comenta sobre el famoso arlequín a medio pintar del 1923, aquel que como homenaje a Picasso sustituyó en el Louvre (durante unas semanas) a “La Gioconda”, este le sorprende inquiriendo que él no sabe que el modelo era un muchacho catalán que ahora vive en Marsella (era exactamente en Le Castellet). Era el 28 de noviembre de 1969.
Lo que resulta curioso, y muy significativo, es que Miró, unos años más tarde, comenta exactamente lo mismo, cuando hablan de Picasso y de sus arlequines, en la entrevista que le hace Georges Raillard (mayo de 1977) para el libro “Conversaciones con Miró”: “¿Sabe? El chico que posaba para él, Salvador, es de Mont-roig, todavía vive…”.
Con la proclamación de la República (abril del 1931) y la nueva situación política, Jacint Salvadó decide volver a Mont-roig. Llega con su mujer Anita Wiskemann y su hijo Roch (nacido en 1930). Alquilan un piso en la plaza de la iglesia vieja (ahora está dedicada a Miró). Reencuentra su pueblo, viejos amigos, y da clases de dibujo a algunos jóvenes. Según me comentaba su hijo Roch Salvadó, en esta fue una etapa hizo muchos paisajes y retratos, tanto en telas al óleo como dibujos. Aquellos barrancos, campos de algarrobos y de olivos, la playa casi desierta (la misma que Miró frecuentaba y pintaba) le estimulan, le encaminan a plasmarlos. En esta época le empiezan a llamar “Cintu Quadrus”. “En el pueblo fue una gran sorpresa ver que no trabajaba, que solo pintaba cuadros…”. Viaja a Barcelona para que nazca su segundo hijo, Mitrá (1932). Alrededor de 1935, viendo el cariz violento que tan tomando los acontecimientos, marcha a Le Castellet (cerca de Toulon). Su hermana Conxita va a vivir a Sant Adrià del Besós, junto a Barcelona. No quedará en Mont-roig ningún familiar cercano. Durante la Guerra Civil Salvadó aloja en Le Castellet a su madre Maria y a sus sobrinos Angel y Assumpció.
A Miró el alzamiento militar de Franco (18 de julio de 1936) lo coge en Mont-roig. Debido a que tenía un cuñado que era un significado fascista de Tona (Barcelona), le avisan que lo mejor es que se vaya. En Mont-roig el 23 de julio unos anarquistas queman la iglesia (vieja), y el 13 de agosto matan a nueve personas del pueblo. Miró permanece en Mont-roig hasta final de septiembre, luego marcha a Barcelona y llega a París a finales de octubre. Durante la Batalla del Ebro (1938) en el Mas Miró habrá el centro de estado mayor del transporte de la división del general Líster. A inicios de 1937, Miró vuelve a aquella academia de dibujo La Grande Chaumière: “solía ir todos los días… para trabajar a partir de un modelo…”.
Miró en junio de 1940 vuelve a España, va a Mallorca a casa de sus suegros. No regresará a Barcelona hasta abril de 1941 y en junio va a Mont-roig, donde terminará sus tres últimas “Constel·lacions”. Salvadó no regresará a España hasta septiembre de 1973 para la exposición de la Galería Juana Mordó de Madrid. Luego repetirá en la misma galería en 1976 y 1981. En 1971, a los 71 años, manda una invitación al Ayuntamiento de Mont-roig de la exposición que inaugura en “Galería Simone Heller” de París. Se inicia un intercambio de notas que terminará el 16 de junio de 1972 con la propuesta del Ayuntamiento de comprarle un cuadro (será “Piramidal”). En octubre de ese año, su sobrino nieto Miquel lo recogerá en Le Castellet y lo llevará a Mont-roig.
En abril de 1975 camino a Alicante, para la exposición de la “Galería Italia”, se detendrá en Barcelona para visitar a su familia y juntos irán a Mont-roig. Habían transcurrido cuarenta años desde la última vez que estuvo en su pueblo.
Aquel cuadro “Piramidal” quedó perdido en algún almacén municipal hasta 1985 cuando, preparando documentación para un documental sobre Picasso y Horta de Sant Joan, encontré aquella pregunta de Picasso a Otero, y luego la confirmación en un texto de Josep Palau i Fabre. Escribía este en la revista “L’Avenç” (1981): “Este pintor catalán, nacido en Mont-roig el 1892, es muy poco conocido en nuestro país…”; quizás en un intento de reparar la omisión que había tenido en su libro “Picasso i els seus amics catalans” (1971). Un amigo de Mont-roig, Miquel Anguera, que luego fue alcalde, descubrió aquel cuadro perdido en un almacén municipal. Fue el inicio de una larga investigación. Tuve la suerte de encontrar aún con vida a su hermana Conxita, luego a su hijo Roch (en un primer viaje a Mont-roig el 1993), a Josep Palau i Fabre el gran estudioso de Picasso, y al marchante Basilio Muro que me facilitó mucha información (quiero destacar la entrevista que le hizo Gonzalo Fortea en Alicante el 1975). El 12 de octubre de 1996, Mont-roig le dedicó una de aquellas calles empinadas del pueblo), cercana a la casa de la calle Bisbe Macià núm. 26 donde nació.
Gracias a Roch Salvadó, en 1998, pudimos hacer reproducciones de dos dibujos al pastel que había hecho su padre durante su estancia en el pueblo en los años treinta. Los distribuimos a los subscriptores de la revista del pueblo. En verano del 2000 se le dedicó una gran exposición (gracias a la ayuda de Basilio Muro), se colocó una placa en aquella casa, y yo aproveché para rodar un documental (con la inestimable colaboración de Palau i Fabre).
Por cierto, esta “cuesta” dedicada a Jacint Salvadó aparece en el cuadro “Mont-roig, el poble” (1916) de Miró. En su parte central, y un poco a la derecha, una gran sombra sobre la pared de la izquierda nos indica dicha calle. Este cuadro de Miró recuerda aquel “Cases d’Horta (la Costereta)” (1899) de Picasso. Ambos son pueblos situados en montículos con una aglomeración de casas escalonadas.
Nuestro ”Cintu Quadrus”, aquel (Ja)cinto que pintaba cuadros, tuvo una importante exposición en el Reina Sofia de Madrid (septiembre a noviembre de 2002), en la etapa de Juan Manuel Bonet como director.
Jacint Salvadó murió, en su casa de Le Castellet, el 27 de agosto de 1983, a los 91 años. Joan Miró lo hizo el 25 de diciembre de ese mismo 1983, tenía 90 años. Nacieron con seis meses de diferencia y cuatro meses los separó la muerte.
Con Joan Miró rodé, en 1979, el documental “D’un roig encès: Miró i Mont-roig”. A Jacint Salvadó no llegué a conocerle en vida, su sugestiva estela la conocí en 1985.
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